Hace unos días se presentó en
Gijón y por medio de la Asociación que nos ampara: Sociedad Cultural
GESTO, un libro recopilatorio de uno de sus miembros más queridos el
pintor, escritor y escultor Cecilio F.
Testón, hoy en el Oriente
Eterno.
La
presentación del texto y sus recuerdos la hicieron diversas personalidades
asturianas como Juan José Tuñon Escalada
(RIDEA) o el poeta Francisco Álvarez Velasco, contando con la presencia
de sus compañera Marivi Peréz Santos.
Lo cierto es que tenía ganas de
leer los textos de Cecilio F. Testón,
con el cual apenas si coincidí en el tiempo, pues cerca de su muerte yo estaba
desarrollando el libro de Caminos a Santo Toribio de Liébana, que espero que un
día pueda ver la luz, y no tuvimos ocasión de confrontar textos ni conversación
al respecto.
Ya en el gabinete de estudio y trabajo
y con el libro en las manos me dediqué a deleitarme con los buenos textos de
Cecilio F. Testón, que realmente son muy buenos, y sino lean esto: «Esclavina
volada sobre el pectoral y espalda cargada de meladero atropado en las ermitas
del Camino, cerraba la pechera un mucho
ensebada de sudor y pringue. Bordón o garrote generoso, cual recuso disuasorio
y de apoyo con calabaza para agua o vino a cuyo extremo superior iba sujeta con
pelleja de carnero, completaba el retrato sanroquero del trotasendas de Vía
Láctea o Camino de Santiago».
De este calibre era el personaje
de Testón como bien dejaron claros los contertulios de la presentación , como los
textos del propio Testón que recorren gran parte de la geografía del Oriente de
Asturias, sobremanera la que corresponde con la cornisa suroriental, la que
incluye las tierras de Liébana, las de Val de San Vicente y las Peñamelleras, sobre
las cuales va haciendo inventario sobre los muchos caminos, sendas y trochas que conforman toda esta compleja geografía
astur-cántabra, relatando como son esos pasos y designándolos con una toponimia generosa, hoy desaparecida
de los mapas, y que tan solo reside en el olvido de la Asturias deshabitada y
en la memoria de unos pocos.
Es por tanto, el texto de Cecilio
F. Testón un material interesante que ocupa unas 125 páginas, de fácil lectura,
aunque es recomendable tener a mano un buen mapa 1:25.000 o 1:10.000 del IGN, para seguirle los pasos
en ese extenso repaso de los recorridos que realizó en su días por esta intrincada geografía, a cuyos
trazados vincula, a mi forma de ver y de manera un tanto forzada, la Vía Vadiniense incluso la vía Sur del Cuera
con destino a San Salvador de Oviedo.
Y en eso creo caen muchos autores
proyectar sus querencias y amores con lo que puedo ser, en este caso la labor
peregrina, y es que a Cecilio F. Testón, a mi juicio le faltaban claves de ahí esa fijación
por vincular los pasos y trazados entre la Liébana y Asturias a través de los
territorios peñamelleranos para empatar con los recorridos jacobeos de la costa
Es una cuestión que me parece
forzada, lo cual no es solo una cuestión que le competa a él, sino que la he
visto en otros autores, lo cual creo que genera un cierto desenfoque al querer vincular por todas esas trochas con la
tropa peregrina, que no dudo fuera abundante, eso sí dependiendo de épocas, pero no tanto para que los trasiegos habidos
por esos trazados fueran peregrinos, aunque estos, es verdad que
en viejas épocas, no iban como ahora mediatizados por las marcas jacobitas,
sino que lo hacían en la medida que podían
ir detrás de las reatas de los jamelgos
en sus actividades de arriería, por eso tenemos peregrinos esparcidos por todo
el territorio, pero esa cuantidad mengua en cuanto apliquemos la goma de borrar
las ilusiones.
A este respecto recuerdo un
encuentro con dos ganaderos del Occidente astur y con relación al Camino Primitivo,
pues uno me decía que la mítica etapa de Hospitales, el nuca había visto hasta
ahora paso de gentes que nos fueran ganaderos, y que no hay marcas de sendas
como las hay ahora; y otro ganadero me contaba que viendo el auge por la zona
de la actividad jacobea por buscar caminos, había preguntado a su ancianos
padre por si é había visto peregrinos algunas
vez y este a su vez le refirió que su padre, o sea el abuelo de mi interlocutor
si que había alguien en su niñez que iba pidiendo comida y ayuda para ir a Santiago.
En este sentido, a Cecilio F. Testón
le pierde su cariño por las cuestiones jacobeas y como no por Covadonga como
destino peregrino, puesto que no parece por los anales históricos que tal
reducto fuera algo más allá de un registro identitario, cuasi
virtual, pues por mucho que se
busque en los archivos, pronto se deja notar más bien escasísima presencia
peregrina por estos lares, tan es así que hasta la propia iglesia covadonguina
hizo desaparecer el albergue de sus instalaciones, lo cual no quita que al calor
de los tránsitos de arriería hacia el Camín Real de Amieva buscando la Vía Saliámica,
se vieran mucho trasiego de gentes por el triangulo que conforma Arriondas- Cangas
de Onís y Corao.
Creo que son escasas las presencias peregrinas en los
registros funerarios de las parroquias de los Caminos del Oriente interior,
Caminos de la Depresión mesoterciaria que Cecilio F. Testón nos da como Caminos Jacobeos,
no niego que los hubo, pero tenemos casi todos los historiadores del
Camino la tendencia a vincular los diferentes trazados con la presencia
peregrina, como si unos soportaran la existencia de los otros, y no olvidamos
de que tales trazas fueron más camineras que peregrinas, más sendas de combate
y dominación, que de fervor religioso, aunque también este está presentes en menor o
mayor medida en los caminos, fueran astures o cántabros. Eso no lo dudo.
Pero de ahí a vincular los pasos entre
Liébana y Peñamellera con la Vía Vadiniense, es cuando menos arriesgado, y para mi conocimiento un tanto fuera de
lugar, puesto que la famosa Vía de Vadinia
se muere como tal destino en la Liébana como centro comercial ante el
monasterio de Santo Toribio de Liébana, como referente religioso, ahí si hay
que darle la razón en la zona visigoda Santo Toribio fue un referente
identitario en clave religiosa, puesto que no dejó de ser parte de la ortodoxia
romana frente a actitudes visigodas
tenidas por heréticas, y no dejaba de ser uno de los eslabones últimos de
un largo trazado de monacatos minúsculos que coronaban las vías de penetración desde la
Meseta hacia los abrigados valles del exilio norteños como era el refugio lebaniego.
Por otro lado en Liébana la Via
Vadiniense, casi que concluye, aunque se abre en diversos pasos y trasiegos,
algunos de ellos importantes, sobre todo
el que se dirige al mar, y no era precisamente Bustio un destino, que también,
sino que no iban las trazas por donde ahora se marcan los Caminos lebaniegos
actuales, sino que el trazado desde la Liébana hacia la mar iba por
el Camino Real de la Montaña, o sea el que desde el valle de Bedoya y sube a Luriezo (con
iglesia dedicada a San Salvador) con un alto paso hacia la Venta los Lobos y Traslaventa recayendo en
larga bajada hacia Cires y Sobrelapeña para busca las tierras llanas de Cades y el
Collado Bielva, y desde ese enclave ganar mediante la traza de este Camino Real
de la Montaña el puerto de San Vicente
de la Barquera.
No niego que hubiera pasos y
trasiegos por donde se transitaba como el Camino de los Francos saliendo de
Cicera para ganar de mala manera pero de forma muy rápida los territorios de Tama,
pero serían más bien arrieros y trajineros camino de Potes, con un fuerte tejido
comercial del cual también se beneficiaban las Peñamelleras,
Y esos trasiegos de hacía por
trazado complicados cuasi imposibles como los que plantea Cecilio F. Testón,
los cuales iban desde el Hito Escarandi hacia Tamandón, y el puente de la
Vidre, o incluso con pasos ganaderos más expuestos como los del Jargú desde San
Esteban de Cuñaba, pero de ahí que hubiera riestra de peregrinos, eso ya es
otro cantar.
En ese sentido, sí que F. Testón
nos da cabal explicación a la utilidad del puente de la Vidre . inmenso pontón solitario sobre el río Cares, su grandiosidad se
justifica por los pasos provenientes, como nos dice Testón si estos provenían de
Bejes, lo cal presentaba dos salidas una
hacia Sotres, y otra hacia las
Peñamelleras, las cuales se dividían en dos al cruzar desde Tajadura hacia Tamandón, bien bajando a Cuñaba desde la majada de Sombejo para ganar el
espacio abierto de Panes y sus territorio, lo cual les era más fácil hacerlo por Tremañó y Argayón, y colocarse en Bores y Robriguero, bajando a
Panes o cruzando hacia Colombres por el Puente Viejo de Tobes hacia Para –
Cavandi- para ganar Alevia y pasar a la vertiente costera..
Salvo que el destino fuera Alles,
entonces sí que los pasos bien desde los entornos sotrinos bien a través por
Tajadura viniendo de Bejes o de Sotres, por donde podría venir un ramal muy
secundario del trazado vadiniense a través Áliva, dan sentido al puente de la
Vidre.
Pero en todo caso, el amor de F.
Testón por sus referencias preferidas de Vadinia, y Covadonga le hace perder de
vista que los trasiegos por las tierras peñamelleranas. Las cuales tienen
solidez por sí solas, sin el apoyo de ruta Vadiniense, que bienvenida es, pero
el Camino de los Francos, por la depresión mesoterciaria, situado
al abrigo de la ladera Sur del Cuera, tiene de mano explicación y sujeción de concepto
y geográfico en las llamadas Veredas de
San Salvador, donde si que la tierra natal de Cecilio F. Testón, tiene pito que
tocar, pues no en vano, en ese minúsculo territorio se hayan dos nuevos inputs
salvadoreños, como es la iglesia de Abándames y la iglesia y monasterio de San
Salvador de Plecín, hoy conocida bajo la advocación de San Pedro y eso marca un
trazado y máxime si los ponemos en
relación con otras advocaciones salvadoreñas por las tierras de Cantabria, sobre
las cuales viene el Camino jacobeo.
Es cierto que luego a lo largo
del Camino de los Francos en su desarrollo por la depresión
mesoterciaria, (Panes-Nava) no se recogen más advocaciones salvadoranas, igual
pasa con el Camino de Santiago por la costa del oriente astur, el cual forma parte
de un trazado más antiguo como son las Veredas de S. Salvador cuyo trazado cual cuenta con dos
emplazamientos: el monacato de Celorio y la Iglesia riosellana de S. Salvador
de Moru, luego hay que ir a Villaviciosa con sus tres emplazamientos
salvadoreños: Priesca, Fuentes y Valdediós, para al finalizar con ambos trazados, el costero y el mesoterciario, juntos y concluyendo ante el Señor de la
peregrinación, como era San Salvador de Oviedo.
A buen seguro que esa clave de
los San Salvadores, si la hubiera conocido con antelación el buen amigo Testón
y todo su desarrollo de la peregrinatio, por el Oriente asturiano
hubiera dado un giro de 360º, al comprobar como la llamada por él Vía del Cuera, o sea el Camino de
los Francos que tiene su desarrollo por la calzada de Jana desde Seijo por
Abándames, cobraría mucho más sentido en el contexto caminero, y como no en el complejo puzle de los de inputs
patrimoniales y religiosos, que no es solo una cuestión asturiana sino que
dicha Vereda viene de Irún, cruzando Navarra con unos catorce emplazamientos y otros diez en
Cantabria dedicados a San Salvador y con otra cabecera importante como era Oña
y su San Salvador en tierras burgalesas como patrón mayor de buena parte de los
monacatos astures y cántabros.
Habrá que ver los repartos de
estas advocaciones por tierras palentinas y leonesas, y ver como se vertebran
los trazados para poder sus posibles enlaces camineros.
En todo caso, es de agradecer el
trabajo de recogida de los datos por parte de Cecilio F. Testón que tenía en su
caótico al almacén informático como nos refirió uno de los presentadores, el
poeta Alvarez Velasco, pues esos
archivos aportan, hoy convertidos en libro algunas claves para entender muchos
de los pasos camineros, en general de muy extraordinaria importancia para estas zonas, y
como no, para el estudio de las viejas
calzadas, para poder tener una visión amplia, es que lo que me ha gustado de
Testón, esa visión extensa de la geografía y el territorio, leído y pateado, aunque
en s obra halla esa pátina ortodoxa, como buen creyente y practicante, pues
tengo para mi que Asturias, no es que fuera tierra priscilianista, que ya sería
darle mucho rango de influencia a Prisciliano y al priscilianismo, pero nadie
parece interesado en profundizar sobre las diversas y plurales presencias
religiosas en Asturias, a buen seguro
tenidas por heréticas como así lo deja entender el Beatus cuando se presenta en
Pravia a la muerte del rey Silo y le lee la cartilla a Adosinda..
Como tampoco se hace de manera
clara a la hora de explicar el predominio del Beathus lebaniego en toda
esta trama y en todo este territorio; lo cual tiene bastante que ver con la
lucha mantenida por Cluny para hacer imperar la ortodoxia romana frente al
sistema visigodo que imperaba en buena parte de los valles cántabros y sobre
todo en los astures, con su diversidad de creencias enraizadas en el paganismo.
En fín me apena, que estas
preocupaciones de Testón no hubieran aflorado en su tiempo, pues a buen seguro
que hubiera tenido un buen contertulio y un buen compañero de pateos varios.
Querido amigo SIT TIBI TERRA
LEVIS, y gracias por ese legado que nos has dejado en formato de libro Via
Vadiniense, es muy, pero que muy interesante.
El libro lo tienen en algunas librerías
de Gijón y Oviedo, y para las gentes de fuera los pueden adquirir por 15 E más
gatos en envio escribiendo a gestosociedadcultural@gmail.com,
o pueden pasar por el sito de la Sociedad
Cultual gesto en Facebook: https://www.facebook.com/Sociedad-Cultural-GESTO-1446426272321514/
@Victor Guerra