lunes, 23 de diciembre de 2019

Via Vadiniense de Cecilio F. Testón



Hace unos días se presentó en Gijón y por medio de la Asociación que nos ampara: Sociedad Cultural GESTO, un libro recopilatorio de uno de sus miembros más queridos el pintor, escritor  y escultor Cecilio F. Testón, hoy en el Oriente Eterno.

La presentación del texto y sus recuerdos la hicieron diversas personalidades asturianas como Juan José Tuñon Escalada  (RIDEA) o el poeta Francisco Álvarez Velasco, contando con la presencia de sus compañera Marivi Peréz Santos.

Lo cierto es que tenía ganas de leer los textos de  Cecilio F. Testón, con el cual apenas si coincidí en el tiempo, pues cerca de su muerte yo estaba desarrollando el libro de Caminos a Santo Toribio de Liébana, que espero que un día pueda ver la luz, y no tuvimos ocasión de confrontar textos ni conversación al respecto.

Ya en el gabinete de estudio y trabajo y con el libro en las manos me dediqué a deleitarme con los buenos textos de Cecilio F. Testón, que realmente son muy buenos, y sino lean esto: «Esclavina volada sobre el pectoral y espalda cargada de meladero atropado en las ermitas del Camino, cerraba  la pechera un mucho ensebada de sudor y pringue. Bordón o garrote generoso, cual recuso disuasorio y de apoyo con calabaza para agua o vino a cuyo extremo superior iba sujeta con pelleja de carnero, completaba el retrato sanroquero del trotasendas de Vía Láctea o Camino de Santiago».


De este calibre era el personaje de Testón como bien dejaron claros los contertulios de la presentación , como los textos del propio Testón que recorren gran parte de la geografía del Oriente de Asturias, sobremanera la que corresponde con la cornisa suroriental, la que incluye las tierras de Liébana, las de Val de San Vicente y las Peñamelleras, sobre las cuales va haciendo inventario sobre los  muchos caminos, sendas y trochas  que conforman toda esta compleja geografía astur-cántabra, relatando como son esos  pasos y designándolos  con una toponimia generosa, hoy desaparecida de los mapas, y que tan solo reside en el olvido de la Asturias deshabitada y en la memoria de unos pocos.

Es por tanto, el texto de Cecilio F. Testón un material interesante que ocupa unas 125 páginas, de fácil lectura, aunque es recomendable tener a mano un buen mapa 1:25.000  o 1:10.000 del IGN, para seguirle los pasos en ese extenso repaso de los recorridos que realizó en su días  por esta intrincada geografía, a cuyos trazados vincula, a mi forma de ver y de manera un tanto  forzada,  la Vía Vadiniense incluso la vía Sur del Cuera con destino a San Salvador de Oviedo.

Y en eso creo caen muchos autores proyectar sus querencias y amores con lo que puedo ser, en este caso la labor peregrina, y es que a Cecilio F. Testón, a mi juicio le faltaban claves de ahí  esa fijación  por vincular los pasos y trazados  entre la Liébana y Asturias a través de los territorios peñamelleranos para empatar con los recorridos jacobeos de la costa

Es una cuestión que me parece forzada, lo cual no es solo una cuestión que le competa a él, sino que la he visto en otros autores, lo cual creo que genera  un cierto desenfoque al  querer vincular por todas esas trochas con la tropa peregrina, que no dudo fuera abundante, eso sí dependiendo de  épocas, pero no tanto para que los trasiegos habidos por esos  trazados  fueran peregrinos, aunque estos, es verdad que en viejas épocas, no iban como ahora mediatizados por las marcas jacobitas, sino que lo hacían  en la medida que podían  ir detrás de las reatas de los jamelgos en sus actividades de arriería, por eso tenemos peregrinos esparcidos por todo el territorio, pero esa cuantidad mengua en cuanto apliquemos la goma de borrar las ilusiones.

A este respecto recuerdo un encuentro con dos ganaderos del Occidente astur y con relación al Camino Primitivo, pues uno me decía que la mítica etapa de Hospitales, el nuca había visto hasta ahora paso de gentes que nos fueran ganaderos, y que no hay marcas de sendas como las hay ahora; y otro ganadero me contaba que viendo el auge por la zona de la actividad jacobea por buscar caminos, había preguntado a su ancianos padre por si é había visto peregrinos algunas  vez y este a su vez le refirió que su padre, o sea el abuelo de mi interlocutor si que había alguien en su niñez que iba pidiendo comida y ayuda para ir  a Santiago.

En este sentido, a Cecilio F. Testón le pierde su cariño por las cuestiones jacobeas y como no por Covadonga como destino peregrino, puesto que no parece por los anales históricos que tal reducto fuera algo más allá de un registro identitario,  cuasi  virtual,  pues por mucho que se busque en los archivos, pronto se deja notar más bien escasísima presencia peregrina por estos lares, tan es así que hasta la propia iglesia covadonguina hizo desaparecer el albergue de sus instalaciones, lo cual no quita que al calor de los tránsitos de arriería hacia el Camín Real de Amieva buscando la Vía Saliámica, se vieran mucho trasiego de gentes por el triangulo que conforma Arriondas- Cangas de Onís y Corao.

Creo que son  escasas las presencias peregrinas en los registros funerarios de las parroquias de los Caminos del Oriente interior, Caminos de la Depresión mesoterciaria  que Cecilio F. Testón nos da como Caminos Jacobeos,  no niego que los hubo,  pero  tenemos casi todos los historiadores del Camino la tendencia a vincular los diferentes trazados con la presencia peregrina, como si unos soportaran la existencia de los otros, y no olvidamos de que tales trazas fueron más camineras que peregrinas, más sendas de combate y dominación, que de fervor religioso,  aunque también este está presentes en menor o mayor medida en los caminos, fueran astures o cántabros. Eso no lo dudo.

Pero de ahí a vincular los pasos entre Liébana y Peñamellera con la Vía Vadiniense, es cuando menos arriesgado,  y para mi conocimiento un tanto fuera de lugar, puesto que la famosa Vía de Vadinia  se muere como tal destino en la Liébana como centro comercial ante el monasterio de Santo Toribio de Liébana, como referente religioso, ahí si hay que darle la razón en la zona visigoda Santo Toribio fue un referente identitario en clave religiosa, puesto que no dejó de ser parte de la ortodoxia romana frente a actitudes  visigodas tenidas por heréticas, y no dejaba de ser uno de los eslabones últimos de un  largo trazado de monacatos  minúsculos  que coronaban las vías de penetración desde la Meseta hacia los abrigados valles del exilio norteños como era  el refugio lebaniego.

Por otro lado en Liébana la Via Vadiniense, casi que concluye, aunque se abre en diversos pasos y trasiegos, algunos de ellos  importantes, sobre todo el que se dirige al mar, y no era precisamente Bustio un destino, que también, sino que no iban las trazas por donde ahora se marcan los Caminos lebaniegos actuales, sino que el   trazado desde la Liébana hacia la mar iba por el Camino Real de la Montaña, o sea el que  desde el valle de Bedoya y sube a Luriezo (con iglesia dedicada a San Salvador) con un alto paso hacia  la Venta los Lobos y Traslaventa recayendo en larga bajada hacia  Cires y Sobrelapeña  para busca las tierras llanas de Cades y el Collado Bielva, y desde ese enclave ganar mediante la traza de este Camino Real de la Montaña  el puerto de San Vicente de la Barquera.
No niego que hubiera pasos y trasiegos por donde se transitaba como el Camino de los Francos saliendo de Cicera para ganar de mala manera pero de forma muy rápida los territorios de Tama, pero serían más bien arrieros y trajineros camino de Potes, con un fuerte tejido comercial del cual también se beneficiaban las Peñamelleras,

Y esos trasiegos de hacía por trazado complicados cuasi imposibles como los que plantea Cecilio F. Testón, los cuales iban desde el Hito Escarandi hacia Tamandón, y el puente de la Vidre, o incluso con pasos ganaderos más expuestos como los del Jargú desde San Esteban de Cuñaba, pero de ahí que hubiera riestra de peregrinos, eso ya es otro cantar.

En ese sentido, sí que F. Testón nos da cabal explicación a la utilidad del puente de la Vidre . inmenso pontón  solitario sobre el río Cares, su grandiosidad se justifica por los pasos provenientes, como nos dice Testón si estos provenían de Bejes, lo cal presentaba dos salidas  una  hacia Sotres, y otra hacia las Peñamelleras, las cuales se dividían en dos al cruzar desde Tajadura hacia  Tamandón, bien bajando a Cuñaba  desde la majada de Sombejo para ganar el espacio abierto de Panes y sus territorio,  lo cual les era más fácil   hacerlo por Tremañó y Argayón,  y colocarse en Bores y Robriguero, bajando a Panes o cruzando hacia Colombres por el Puente Viejo de Tobes hacia Para – Cavandi- para ganar Alevia y pasar a la vertiente costera..

Salvo que el destino fuera Alles, entonces sí que los pasos bien desde los entornos sotrinos bien a través por Tajadura viniendo de Bejes o de Sotres, por donde podría venir un ramal muy secundario del trazado vadiniense a través Áliva, dan sentido al puente de la Vidre.

Pero en todo caso, el amor de F. Testón por sus referencias preferidas de Vadinia, y Covadonga le hace perder de vista que los trasiegos por las tierras peñamelleranas. Las cuales tienen solidez por sí solas, sin el apoyo de ruta Vadiniense, que bienvenida es, pero el Camino de los Francos, por la depresión mesoterciaria, situado al abrigo de la ladera Sur del Cuera, tiene de mano explicación y sujeción de concepto y geográfico  en las llamadas Veredas de San Salvador, donde si que la tierra natal de Cecilio F. Testón, tiene pito que tocar, pues no en vano, en ese minúsculo territorio se hayan dos nuevos inputs salvadoreños, como es la iglesia de Abándames y la iglesia y monasterio de San Salvador de Plecín, hoy conocida bajo la advocación de San Pedro y eso marca un trazado y máxime si los ponemos  en relación con otras advocaciones salvadoreñas por las tierras de Cantabria, sobre las cuales viene el Camino jacobeo.

Es cierto que luego a lo largo del Camino de los Francos en su desarrollo por la depresión mesoterciaria, (Panes-Nava) no se recogen más advocaciones salvadoranas, igual pasa con el Camino de Santiago por la costa del oriente astur, el cual  forma  parte de un trazado más antiguo como son las Veredas de S. Salvador  cuyo trazado cual cuenta con dos emplazamientos: el monacato de Celorio y la Iglesia riosellana de S. Salvador de Moru, luego hay que ir a Villaviciosa con sus tres emplazamientos salvadoreños: Priesca, Fuentes y Valdediós, para al finalizar con  ambos trazados, el  costero y el mesoterciario,  juntos y concluyendo ante el Señor de la peregrinación, como era San Salvador de Oviedo.

A buen seguro que esa clave de los San Salvadores, si la hubiera conocido con antelación el buen amigo Testón y todo su desarrollo de la peregrinatio, por el Oriente asturiano hubiera dado un giro de 360º, al comprobar como la  llamada por él  Vía del Cuera, o sea el Camino de los Francos que tiene su desarrollo por la calzada de Jana desde Seijo por Abándames, cobraría mucho más sentido en el contexto caminero, y como no  en el complejo puzle de los de inputs patrimoniales y religiosos, que no es solo una cuestión asturiana sino que dicha Vereda viene de Irún, cruzando Navarra con  unos catorce emplazamientos y otros diez en Cantabria dedicados a San Salvador y con otra cabecera importante como era Oña y su San Salvador en tierras burgalesas como patrón mayor de buena parte de los monacatos astures y cántabros.

Habrá que ver los repartos de estas advocaciones por tierras palentinas y leonesas, y ver como se vertebran los trazados para poder sus posibles enlaces camineros.

En todo caso, es de agradecer el trabajo de recogida de los datos por parte de Cecilio F. Testón que tenía en su caótico al almacén informático como nos refirió uno de los presentadores, el poeta  Alvarez Velasco, pues esos archivos aportan, hoy convertidos en libro algunas claves para entender muchos de los pasos camineros, en general  de  muy  extraordinaria importancia para estas zonas, y como no, para  el estudio de las viejas calzadas, para poder tener una visión amplia, es que lo que me ha gustado de Testón, esa visión extensa de la geografía y el territorio, leído y pateado, aunque en s obra halla esa pátina ortodoxa, como buen creyente y practicante, pues tengo para mi que Asturias, no es que fuera tierra priscilianista, que ya sería darle mucho rango de influencia a Prisciliano y al priscilianismo, pero nadie parece interesado en profundizar sobre las diversas y plurales presencias religiosas en Asturias,  a buen seguro tenidas por heréticas como así lo deja entender el Beatus cuando se presenta en Pravia a la muerte del rey Silo y le lee la cartilla a Adosinda..

Como tampoco se hace de manera clara a la hora de explicar el predominio del Beathus lebaniego en toda esta trama y en todo este territorio; lo cual tiene bastante que ver con la lucha mantenida por Cluny para hacer imperar la ortodoxia romana frente al sistema visigodo que imperaba en buena parte de los valles cántabros y sobre todo en los astures, con su diversidad de creencias enraizadas en el paganismo.

En fín me apena, que estas preocupaciones de Testón no hubieran aflorado en su tiempo, pues a buen seguro que hubiera tenido un buen contertulio y un buen compañero de pateos varios.

Querido amigo SIT TIBI TERRA LEVIS, y gracias por ese legado que nos has dejado en formato de libro Via Vadiniense, es muy, pero que muy interesante.

El libro lo tienen en algunas librerías de Gijón y Oviedo, y para las gentes de fuera los pueden adquirir por 15 E más gatos en envio escribiendo a gestosociedadcultural@gmail.com,  o pueden pasar por el sito de la Sociedad Cultual gesto en Facebook:  https://www.facebook.com/Sociedad-Cultural-GESTO-1446426272321514/

@Victor Guerra