Tener
en las manos dicho libro ha sido toda una peripecia, el cual vino tras un viaje
peregrino por las sierras y valles cántabros y al llegar a Potes y concertar una
cita para un saludo delante de un té y un café antes de reemprender, de nuevo
el camino peregrino a casa, Pedro Álvarez me entregó su impresionate libro, que
pesa los suyo dado su formato, tras la entrega pasó a desgranar tal y como dice
el subtítulo la Historia, Reliquias, Lignun Crucis y Nuevos Descubrimientos.
O sea que en las manos me encontré con un tesaurus cuasi enciclopédico
que atesora en su quehacer investigativo Pedro Álvarez desde hace años, y que
queda muy bien reflejado en dicho texto.
Lo
primero que se deja ver en la estructura del libro tras leer las primeras
páginas, es que Pedro Álvarez no construye una narración histórica sobre el
viejo monasterio de San Martín de Turieno al a albur de las elucubraciones
varias, sino que su trabajo viene trufado de aportes documentales, y como buen
positivista, se ciñe a los documentos para construir un relato coherente sobre
el devenir de un monasterio que hunde sus raíces en el Asturum Regnun, allá
por el siglo VIII, aunque ateniéndonos a lo que dije antes, Pedro Álvarez, no hace elucubraciones, sino
que va a las fechas, y de ello resulta que San Martín de Turieno aparece en el Cartulario
de Santo Toribio, fechado por primera
vez en el 828, con la donación de Popendio y Nonita de la iglesia de Viñón «et concedimos ipsam ecclesiam Santi Petri
coum nostas casas ad San Martino, ecclesia qui est in loco que uocator Torenaio
et religiosos feretri dommno Eterio».
Aquí
empieza la historia del monacato lebaniego del cual iremos conociendo sus
desarrollo mediante los documentos de compras y ventas, así sabemos que en el 915
los monjes de San Martín, se componía de diecisiete almas dedicadas al cenobio
eremita, del cual sabemos que en el 925 ya se empieza a conocer bajo las dos
denominaciones, San Martín, advocación devenida en memoria del monje carolingio
de Tours, y la nueva advocación de Santo Toribio referido al Santo de Astorga, el
cual ya aparece en el Cartulario monacal en el 925, mediante una cita acerca de un
enterramiento cenobial; en otro documento de 1316, del prior Don Toribio cita
que «et IX imagines et de cera mayores al altar el cuerpo santo » y cuya imagen
de Santo Toribio se puede ver en el seno de la iglesia, mediante una talla del
siglo XIII o principios del XIV realizada en base a un enorme tronco de olmo
burgalés cuyo escultor nos dejó un impresionante Santo Toribio yacente, hoy
colocado encima de la cripta donde estaba enterrado el citado cuerpo del Santo,
de cuya cripta da pistas un interesante escrito del abad de San Salvador de Oña,
en una vista que realizó en 1527
La
labor de Pedro Álvarez, no arranca con este libros, sino que es el resultado de
una vida dedicada a la investigación que comienza con un primer libro editado en
1995 titulado: El Monasterio de Santo Toribio de Liébana y el Lignun Crucis,
en donde ya se vincula de forma indisoluble las tres patas de la investigación,
que a modo de la santa trinidad forma un suelo cuerpo: el cenobio de San Martín,
el Lignun Crucis, y la figura de Santo Toribio.
De
esta manera el autor del libro, va narrando los hechos que acontecen en el
entono monacal lebaniego mediante una cronología documental que se va a
adornando de muy buenas fotografías a gran tamaño, pues el libro de 29,5 x 21,5
cm permite esa buenas impresiones fotográficas.
El
libro aporta un índice que comienza tras los clásicos agradecimientos institucionales
y personales con un capítulo dedicado a la Historia (págs. 19-85); luego
viene el resto: Iglesia, excavaciones
y georradar (Págs. 91-147); Lignum Crucis y Cofradía de la Santísima
Cruz (Págs. 173-290); Milagros y Documentos (Págs. 293-315); Curiosidades
y Viajes Reales (Págs 329-359); Antiguos Monasterios y Ermitas (Págs
371-415); Peregrinos y Año Jubilar (Págs. 431-473), luego ya viene el
capítulo de Anexos y Bibliografía, conformando un libro de 515 páginas y
tapas duras.
Hay
en este compendio investigativo un interesante capítulo dedicado a los trabajaos
con un georradar que ha permitido ir sabiendo más cosas sobre el desarrollo de
este monasterio, y el autor ha plasmado en el libro varias fotografías para ir
mostrando las diferentes fases constructivas del cenobio y sus dependencias y
sus posibles cronologías históricas. Ese trabajo deja ver que, bajo el suelo de
la iglesia gótica, aparecen muros, cimientos varios, tumbas tanto en la iglesia
como en entornos profanos. Unas dieciocho páginas de una interesante
prospección que deja ver en parte tal evolución constructiva y que de algún
modo marcan la línea a seguir sobre las posibles excavaciones arqueológicas en
el monasterio turibiense.
Este
libro es de dificil descripción a la hora de hacer la reseña, pues el lector se
encontrará con cientos y cientos reseñas documentales y sus respectivos
comentarios contextuales lo que nos ayuda a conocer al dedillo no solo su
construcción del cenobio, sino también su historia y desarrollo y vicisitudes
que las tuvo, y muy serias.
Hay
creo, que dos cuestiones importantes en lo relativo al Monasterio de San Martín
de Turieno /Santo Toribio de Liébana, una de ellas largamente tratada, y que a mi juicio y al de la historia, resulta capital y nuclear,
sin ella este monasterio sería como otros muchos, y lo que marca la diferencia es
la presencia de del leño de la cruz
de cristo, la cual se cita en el
Cartulario de Santo Toribio en el 1136, en cuyo documento mediante un inventario
que se hizo, indica lo siguiente «et una
cruz de plata con el Lignum Domini» lo que se confirma por otro
documento de 1398, pero será en 1591 en una carta de Felipe II este
manifiesta que en dicho monasterio
lebanienese «hay un hospital en el cual se acogen a los pobres necesitados que
por devoción van de ordinario a visitar aquella casa en la cual tiene un brazo
izquierdo de la santísima Vera Cruz».
Impresionante
relicario de metales nobles entre los cuales está inserto el trozo del leño, el cual sufrió algunas esquilmes, olvidos, persecuciones
hasta volver a ser la refulgente luz del valle lebaniego, que para más inri cuenta con una cofradía
propia, que es por otro lado la más antigua de España, la Cofradía de Santo
Toribio, que se fundó, en 1181, por los
Obispos: Juan, Obispo de León; Raimundo, Obispo de Palencia; Rodrigo, Obispo de
Oviedo; y Marino, Obispo de Burgos, y que ha estado siempre detrás de los
designios del monacato y de la llamada Vera Cruz.
Que
por cierto tampoco, aquí Pedro Álvarez
entra en el emboscamiento acerca de la llegada de las reliquias y las
vía o modos de como eso llego a Liébana, ya que hay autores que indican que
estas son parte de las reliquias existentes en san Salvador de Oviedo, sin aportar
muy bien datos de cuando fueron
desgajadas unas de otras, aunque el autor del libro reseñado nos dice que tanto
las reliquias traídas por Santo Toribio de Astorga, y el propio cuerpo del
santo monje, fueron entregadas ante una posible profanación por parte de los
muslimes, por lo propios maragatos para que fueran trasladadas a Liébana.
La
otra cuestión curiosa que me ha llamado la atención es el poco espacio dedicado
a Beato de Liébana, apenas una hoja y media, de cuyo contexto se saca que hay
documentos en el Cartulario lebaniense de los años 826 y 828, donde aparecen
los nombres de Beato y Eterio, y poco más, salvo la mención de sus obra y la
visita a Santianes de Pravia en el 785 como de pasada. Lo cierto que resulta un
tanto escaso el aporte, claro está que documentos deben ser escasos y Pedro
Álvarez es remiso a entrar en disquisiciones históricas, incluso dada la
importancia histórica de Beato, y sus trasiegos y andanzas que hicieron que Liébana
apareciera en la demarcación histórica entre el Regnun Asturorum y el
Impero Carolingio.
Otra
cuestión que se deja entrever, y tal vez por el peso localista que tiene la
investigación sobre un input de la calidad y peso como es el Monasterio de Sant
Martín de Turieno/Santo Toribio de Liébana es la escasísima presencia del reino
visigodo en toda la trama, o sea la presencia de ese Asturorum Regnum en
toda esta historia eclesial, y como no territorial, que tan puntualmente recoge
Pedro Álvarez, pero queda tal cenobio como desgajado de la historia del
naciente imperio visigodos astur cuando sabemos de la importancia que tuvo la iglesia
y los monacatos en tal desarrollo donde Liébana fue un territorio asturiano
dentro de aquella antigua demarcación de la Asturias de Santillana.
En
fín, Pedro Álvarez en este caso, oficia con este libro de cronista de la
cuestión turibiense, pero ceñido al documento, huyendo de esa otra configuración histórica de la interpretación
a la luz de los documentos entrelazando realidad y elucubración que se puede ser un desbocamiento total, sino se tiene muy
bien tejida la urdimbre histórica, y teniendo en cuenta la época y los
documentos, creo que hace el aporte necesario para conocer in extenso la
historia del Monasterio de Santo Toribio donde asentó sus saberes Beato de
Liébana y Eterio Obispo de Osma .
En
todo caso es un libro que merece tenerse en el gabinete de lectura para una
atenta lectura que precisa armarse de paciencia benedictina ante tanto dato y
cita, pero bien merece la pena el esfuerzo, porque a la luz de esa aportación
Santo Toribio de Liébana se rescata del olvido histórico.
En
todo caso en cuanto las dudas e incógnitas, los asturianos la pueden resolver
el día 20 de febrero del 2024 asistiendo al acto de presentación que habrá en
la Casa de Cultura de Avilés a las 19,30 horas.
Para comprar un ejemplar se puede hacer o bien en la Librería del Monasterio de Santo Toribio de Liébana (Cantabria) Tlf. 942 730550 Email: 16abrilsantoto@gmail.com, o en las librerías de Potes: Casa Wences : Calle Dr. Encinas 8 Tlf. 942 730033 Email. info@casawences.es
Victor Guerra