sábado, 16 de marzo de 2024

De Astures , geds Hispania… Mutatis Mutandis de la mano del Monchu el Cura.

 

 De Astures , geds Hispania… Mutatis Mutandis de la mano del Monchu el Cura.

Al final ha llegó el libro a mis manos, tras una densa e intensa espera por ver lo que el campechano cura de la Villa: José Ramón García Fernández (Monchu el Cura) paría.

Digamos que había expectación, pues un paisano que pasó de las dos piedras: del pizarrín a la pizarra de guaje y de ahí al bolígrafo donde concluyó la traslación tecnológica, pues resulta sorprendente, y tras esa llegada del esperado libro, e imbuido como estoy en los trajines camineros con Beato de Liébana hacia Asturias, me interesaba ver lo que contaba el Sr. Cura.

A Monchu, he de decir que lo distingo, pues solo lo conozco de andurriar por las calles de La Villa, (Villaviciosa) en general en verano, con su sombrero de paja, y salvo el otro día pese a la asturianía que se gasta y que predica, nunca lo ví con montera picona por la calle, que sería lo suyo para ser auténticamente un paisano de la tierra, pues  eso me di de bruces con su persona.

En fín, de la labor literaria e histórica de Monchu el Cura, nada sabía, tampoco del personaje villaviciosino, pues más allá del archivero Hevia Ballina, no he tratado a la clerecía del lugar, aunque supongo que mi notable membresía masónica, mi trabajo historiográfico sobre el tema, y no ser natural de la Villa, me mantiene a cierta distancia de la cohorte clerical villaviciosina.

Por lo cual, antes de escudriñar su obra, fue bueno dejarse caer por las redes internáuticas, donde me encontré con la entrevista de Xuan Bello en Clave de Fondo, lo cual ya me aportó la dimensión humana y cultural del paisano que a veces me encuentro paseando por la Villa.

De la peripecia de su libro, me habló el gran bibliófilo de la Villa: Senén Rivero, que también estaba a la expectativa de ver qué podía darnos a leer Monchu el Cura tras un título tan exótico como sugerente: de Astures Geds Hispania., 

Al final llegaron a la Librería de la Villa los primeros ejemplares, y con él aun oliendo a tinta, y sopesando una buena edición de tapa dura, y 386 páginas, y con 30 piastras menos en el bolsillo, me fui para casa leyendo el texto, y ya sobre la mesa me dedicado en cuerpo y alma a leer, subrayar, anotar y tachar aquello que creí pertinente: lo bueno y acertado, lo que está creo que equivocado,  y ya saben las manías de cada uno.

Al final de todo eso, llegó el día de la presentación del famoso libro, (14 de Mazo) aunque he de decir que antes nos topamos uno delante del otro en plena calle, al que requerí su telefono para una entrevista para el programa Un Buen dia para Viajar de Pablo Vazquez, y tras lo cual  me soltó  de buenas a  primeras aquello de que los mozárabes en el Norte era poco más que una insignificancia ya que se trataba de una estrategia para robarle a Asturias su asturianía, o sea su historia, además de soltarme a bocajarro que Beato de Liébana era asturiano, y punto, poco más que hablar.

Llegó el 14 de Marzo, día de la presentación, y tras un paseo mañanero con un buen amigo como Vicente Rodríguez de Villaviciosa, por los caminos utilizados en su día por el heterodoxo Roberto Frassinelli,  y bajar  desde Priena hasta su primer proyecto basilical de Covadonga, me senté horas más tarde en el atrio del Ateneo de Villaviciosa, ese que levantaron  en su tiempo mis hermanos, entre otros, o sea los hiramistas residente en  la Villa: Cristóbal  Cano, David Fresno,  Germán Rojo, etc.

Y allí me senté expectante entre tanta audiencia, que se maldecía de no poder poseer un libro para la firma, digamos que todo el pescado estaba vendido, y no quedaba un  triste libro para abastecer a la forofada que arrastra tras de sí el Sr. Monchu.

Allí estaba la familia de sangre, los vecinos/ as en abundancia, las élites culturales e institucionales de la Villa y de Ovetum,, algun que otro Culu Moyau,  todos presentes, pocos eran los que faltaron a la cita, al menos de entre los seguidores. Ni que decir que la hinchada asturianista estaba bien representaba, pues además de los miembros de la famosa Tertulia 25 de Mayo, se contó con la presencia de Xuan Xosé Sánchez Vicente, los hermanos d´Andres (fios de Manfer de la Llera) Vital y Ramón,  de dejó ver  tanto Lisardo Lombardía,  como otro noble de rancio abolengo David Rivas, y  entre los locales: Juan Pedrayes, y otros… 

De la Asturias trasmontana, o  casi  Xosé Ambás que la “entamó al leer un supuesto wasap enviado por un epíscopo, el cual se disculpaba porque no podía llegar a tan significado acto, puesto que “había quedado pinchau, en el pagano lugar del Castiechu de las Camocas”, supongo que el bueno de Merchán estaría escudriñando al díscolo Monchu, por una de esas rendijas celestiales. 

En fin, el aforo hasta la bandera, eso sí apenas sí se dejó ver por la sala a los miembros de la clerecía, activa o de las clases pasivas, salvo un alzacuello, por la atiborrada sala poco más se vio, aunque  Monchu el Cura, podía decirnos cuanto de ellos había..

Lo cierto es que aquello  más parecía un acto folclórico con una hinchada entregada y aplaudidora a más no poder que un acto dedicado a la presentación del libro, 

Acto que fue puntual   en el protocolo y que abordaron por este orden los aquí nombrados, bajo la protección, como antaño, del Marqués de Gastañaga: (Ignaciu Iglesias,) que a  modo de polifacético  personaje y patrono de Ediciones Trabe, dio como aperturado el acto, lo que conllevó a continuación  la lectura de un prolijo y ajustado prólogo por parte de su autor:  D. Evaristo Valle, para dar paso al mismísimo autor, o sea al S. Cura, que sin montera picona para el evento discursivo presentó su obra.

Este la dividió en dos partes, mediante la lectura a modo de introito del inefable capítulo de agradecimientos, lo que devino luego en la descripción de un libro estructurado en un índice de 24 capítulos sin título, salvo los números romanos para enumerarlos, luego realizó una introducción histórica trufada de anécdotas, que enseguida despertó el fervor de los asistentes  que demarraron numerosos aplausos, y luego se pasó a las tanda de preguntas casi que monologo entre el autor y Marqués de Gastañaga,  digamos que las preguntas fueron las justas porque el programa era ajustado, y se quería poner el broche al acto con un cántico en plan tonada asturiana del Padrenuestro, luego vino otro canciu de la toná, yo creí que cantaría  aquello de  E señor cura no baila porque tien corona... pero no..

La obra de D. José Ramón Fernández García (Monchu el Cura).

Pero vayamos al libro. Este es un texto  como ya dije, que se presenta bajo una edición muy bien trabajada y estructurada, y que muestra un saber patrístico de primer orden, lo que me recordó a la antañonas clases del pensamiento y la doctrina de los Padres de la Iglesia cristiana, en las  monacales paredes benedictinas en tierras navarras y castellanas.

Y la obra se desarrolla por medio de un amplio contexto historiográfico eclesial con abundante predicamento de textos, citas referidas a la eclesiología de todo tipo, y apoyado como no,  por una interesante bibliografía, en general alejada de las modernas autorías sobre temáticas ya viejas, las cuales están dando nuevos enfoques   y aportaciones como las de Adeline Rucqoi sobre las difíciles relaciones entre el reino franco y los astures, las cuales encumbra la historiografía asturiana al uso, exponiéndolas como filiales y fraternas.

En el libro de Monchu, uno va encontrando el venero referido a las Asturias y su compleja historiografía, como a cachos traídos  y expuestos aquí y de allá, hasta componer un relato, como dirían los griegos peripatético, para manejar mientras uno recorre algunos de esos lugares tan bellos como enigmáticos del prerrománico  asturiano. 

Me ha interesado también, la segunda parte del libro,  la que empieza en el Capítulo XVI y que habla de esa eclesiología alambicada en el establishment donde algunos curas de parroquia dejaron su impronta  a modo de sociabilidad en el circulo social en cual les tocó vivir.

De esa época, amigos y compañeros, curas del Concilio Vaticano II, que se acostaban teniendo el famoso Catecismo Holandés en la mesita de noche, y  entre los que se encontraban: los curas de Fátima, (La Calzada) Benito, Fonseca, José María Bardales, Jose María  luego párroco San José, luego los que repartían por esos lares como:  Toni Hevia el Cubano,  Fonseca “EL Pole” y como no, mi alter ego putativo, el Vicario General  Waldo García Romero, que junto al Padre Lécuyer,  fueron con quienes me formé. Por tanto, agradecido por ese recuerdo a una esperanza de futuro que bien expresó Monchu en su alocución.

Pero volviendo a la primera parte del libro, la parte que más me ha interesado fueron aquellos párrafos dedicados a Asturias, y en los que estamos de acuerdo en tanto que la construcción política religiosa de la Asturias al menos la del siglo VIII se hizo a través de los cenobios, o sea de los pequeños monasterios familiares, pues resulta curioso en el 785 cuando Beato de Liébana va hacia Santianes de Pravia a su paso encuentra contadas iglesias. 

El historiador Fernández Conde creo que contaba en su momento, incluida la ciudad de Oviedo, unos trece templos ya finalizado el siglo VIII, y la explicación se basa en que la construcción eclesial asturianas fue autóctona y autónoma, lejos del modelo que luego colonizará los Caminos Salvadoreños que serán los hitos de esa peculiar y singular iglesia, esa estimado Monchu, que tú dices que era de cultura gaélica, tengo mis dudas que eso hubiera sido más parte del ideario idílico del asturianismo de pro; no por ello deja de ser cierto que esa iglesia convivía con lo pagano, con los cultos priscilianistas y mitraicos,  con más o menos tensión, pero no debe quedar a duda que  la tradición y espejo  de esa iglesia  fue el reino franco, lo carolingio.

Pero si que tendré que darte el beneficio de la duda cuando  Jocely Hillgarth  ha insistido en el vínculo del monacato altomedieval irlandés con la Hispania visigoda, considerándolo incuestionable e indicando que la obra de Isidoro de Sevilla ya era copiada en Irlanda hacia 640. Según un estudio de Dáibhí Ó Cróinín, la Península Ibérica fue el origen de la metodología irlandesa de cómputo para el cálculo de la Pascua, que, a su vez, pasó al Venerable Beda.

Lo cual se dejó ver que las advocaciones que jalonaron los Caminos de peregrinación “primitivos” que estuvieron dedicados en su mayoría a San Salvador, y por cuyos caminos desfiló una lumbrera como  fue Beato de Liébana, y su compañero un vate o vagante obispo Eterio de Osma, que fueron herederos , en parte esa vocación gaélica, pero fue casi que una excepción.

Luego, Querido Monchu, vino la iglesia episcopal con asiento propio en la regia Ovetao  alfonsino, y se mantuvo pese a todo muy pegada a lo regio, y muy dedicada a la amanuense labor de las interpolaciones, pero llegado el fenómeno santiaguista esa iglesia se hizo pregonera de la inventio jacobita, y constructora de impostadas leyendas de corte artúrico como el viaje de Alfonso II a Iria Flavia.

Primigenia iglesia que se había vinculado a los monasterios y hospitales de la caridad y la fraternidad del siglo VIII, con casi 200 hospitales entre  796 y 921, pero  luego  vino la iglesia episcopal, que fue  mutatis mutandis levantando pujantes iglesias, cambiando y alterando fisonomías y simbologías, por ejemplo San Salvador de Plecín se convirtió en San Pedro, se dejó con ello de lado el viejo cenobio, para construir el mamotreto de San Pedro de Alles.

Fue una iglesia que durante siglos recibiendo importantes donaciones e importantes viajeros religiosos, no en vano Oviedo fue llamada la unde in aliquibus libris antiquis Ovetum dicitur Civitas Episcoporum», refugiados  el de Coimbra en San Juan de Nieva, el  Zaragoza y Calahorra en Solís, Porto en Andorga, Braga, Dumio y Tuy en Lucus Asturum, Viseo en Colloto, el de Iria Flavia en Tiñana, Salamanca y Coria en Santullano, Tarazona y Huesca en el Naranco, el de la diócesis Bretona en Nora, León en San Julián de Box, el de Astorga en Santolalla (Santa Eulalia) de Manzaneda. Etc.

Una iglesia que le importó poco que Asturias, origen y destino de la  peregrinatio orationis, fuera pasando al esplendor de de lo jacobeo instituyendo la  peregrinatio penitencial y ritual, esa que tantos réditos daba y dio, te recuerdo que por un hospital de la zona del Occidente, que por algun arte de  birlibirloque  era propiedad del arzobispo compostelano,  a este se le pagaba como tributo anual la friolera de dos maduros bueyes; y para sostener un monasterio  como el de Obona dedicado a  la contemplación mística, se obligó por orden real a los peregrinos a pasar por sus puertas, lugar donde el abad y sus monjes gozaban del derecho de pernada para poder sostener la hacienda con mano de obra afín., cuando en realidad el Camino iba por las tierras de Mirallo y Celón.

En fín, un día tomamos un café y te explico ese misterio de lo jacobeo  por el cual tu preguntabas,  de lo jacobeo, de momento te recomiendo dos libros, uno de Ofelia Rey Castelao Los mitos del apóstol Santiago, 2006, Edt. Nigra Trea, y el otro un texto de un hispanista español, lúcido y cabal: Francisco Márquez Villanueva. Santiago: trayectoria de un mito. Editorial Bellaterra, te complacerán, y aprenderás muchas cuestiones.

Dices, estimado Monchu de buena a primeras, en la página 14 de tu libro, que Beato de Liébana era un monje asturiano, y lo haces sin más explicación, tal vez tomada tal afirmación del libro de Lavin Bedia, que afirma dicho origen de nacimiento sin mucha más comprobación, y a cuya tesis se unen algunos novelistas como  Santiago Pérez Chirinos en su novela  Los Siete Reyes de Beato, pero lo cierto es que es no hay documentación anexa, y personalmente creo que Beato provenía de la mozarabía  donde fue próximo al arzobispo Elipando de Toledo.

En todo caso Albino Flaccus cuando le escribe desde sus aposentos carolingios a Beato de Liébana le trató de (maculavit Libanam ) y el propio Beato en una carta que escribió con mucha ironía a Elipando, escribe: “ nos libanenses indocto et harereticos (Nosotros los lebaniegos incultos y heréticos); para ahondar más  Álvaro de Córdoba (fr. Alvarus Zamorensis ) le llama por dos veces presbítero lebaniego a Beato (libanensis presbyter); y Sánchez Albornoz, es de los que sugiere que venía de la mozarabía.

Los naturales de Liébana le quieren lebaniego y lo vinculan con la aldea de Aniezo, así lo expresa Pedro Álvarez: El Monasterio de Santo Toribio de Liébana y la reliquia de la Cruz. Historia, reliquias, enigmas y nuevos descubrimientos.

Aunque que está claro que viniera donde viniera, o cual fuera su origen, él se deja sentir lebaniego tal y como lo expresa en sus cartas, por tanto, nadie roba la asturianía, que le venía añadida pues Liébana era parte de la Asturias trasmontana y hay que respetar tambien su identidad.  En todo caso igual es bueno aplicar eso tan dicho por los astures: la oveya no ye de donde nace, sino donde pace, y Beato de Liébana lo hizo en San Martín de Turieno.

Otra cosa interesante pues, es la presencia de los mozárabes en Liébana es innegable pues su presencia se  recoge diversos monasterios que a juzgar por los nombres de algunos monjes no parecen ser de la zona lebaniega ,  entre los cuales se incluyen los compañeros de Santo Toribio en la fundación de San Martín de Turieno: Beato, Tholobeo, Hetéreo, Justo, Lucrecio, Sisenando, Opazo, Sinobi, Caradoro, Opila, Euxóstomo, Prodendio y Nonnita.  

Además, la comarca lebaniega cuanta con diversos cenobios durante el siglo VIII: San Salvador de Lebeña, Santa María de Piasca, San Salvador de Osina (Bejes), Aguas Cálidas (La Hermida), San Salvador de Veleña, Santa María de Cosgaya.  En el siglo IX: San Adrián de Sionda, San Cristóbal de Cesera, San Esteban de Mieses, San Pedro de Viñón; San Pedro de Naroba, San Salvador de Veleña, Santa María de Cosgaya, y el monasterio de Aliva, y uno más tardío, curiosamente dedicado a Santiago en Colio siglo X y cuya advocación es rara en los monacatos del Norte, que por cierto no son pequeños en cuanto a miembros.

En cuanto a las procedencias de los miembros de estos cenobios, ya que por tu parte niegas la presencia de mozárabes en Liébana, en Valdeón, indicarte que también los hubo en Asturias, decirte que tienes en el monasterio de Aguas Cálidas recogidos estos nombres de monjes: Recesinda, Roilo, Severa. Clariossima, Lavinia, Pompedia, Flaina, Falinui, Petronus Simpronius, ëguila y Fioncus, viven en comunidad bajo el mando del abad: Alvaro,  En cuanto al monasterio de San Facundo y San Primitivo de Tanarrio, se compuso como dice el Libro Becerro de San Martin de Turieno que los monjes de Sahagún cuando entraron los árabes huyeron a la Liébana llevando consigo los cuerpos de San Facundo y San Primitivo. 

Son diversos los monasterios y los monjes recogidos: los Banu-Gomez, el abad Godestio; en el monasterio de San Salvador de Veleña (813) donación de Ordoño y Profilinia, estaban tambien: Aurelius, Tenna. Vicencius, Eugenius, Emilianus, Itenus, Eucenius. Deodatus (827) en San Martín de Turieno: (s. X): Cartrius, Vicencius,Sindinus, Maternus, Paternellus, Anastasius, Eugenius, Besianus, Cesarius, Siongius, Capio, Vistremundius los presbíteros: Froila, Abodinus, Beatus; e incluso en uno de ellos hay un abad de nombre Levi que como verás no es precisamente asturiano trasmontano , y así podíamos seguir monasterio tras monasterio.

Por otro lado, las comunidades mozárabes en la cornisa cantábrica tenían claro su papel de exiliados, por tanto lo que hacían era intentar pasar lo más desapercibidos posible, pues su inmigración había sido dura, primero cuando empiezan las presiones de los muslimes, luego cuando Toledo empezó a darles la espalada  por cuyo motivo fueron recalando en los cálidos valles norteños, primero colonizando las zonas altas de la Bardulia y luego penetrando en los valles lebaniegos, tierras fértiles que recibieron cultivos que  se trajeron del Sur, y no se dan en el norte, como los garbanzos, o las plantaciones  de alcornoques que son productos del Mediterráneo.

En fín, Querido Monchu, sé que eres de la escuela de Yarza Luaces, que también pone de chupa dómine a Gómez Moreno y sus propuestas de estudio e investigación sobre la mozarabía, que le vamos hacer es materia que todavía hay que darle unas vueltas.

 En cuanto a Beato  y su mozárabe  himno litúrgico O Dei Verbum, hay bastante que hablar puesto que lo que hacía Beato era recopilaciones de textos, por tanto, analizar estos desde una autoría original o como genuinamente propios, no es lo correcto, al igual que pasa  con los Comentarios del Apocalipsis, en todo caso en relación a Mauregato y la estancia de Beato en el  785 en Pravia, no se entiende muy bien, y cabe pensar varias cuestiones: ¿Quién le invitó a Santianes de Pravia?  Acaso la reina viuda, que por cierto había enviudado hacia dos años, y le invitaba ahora que entraba en el claustro conventual. ¿Era ese el motivo? 

Parece cierto que Adosinda Alfonsez coqueteaba con el mundo herético (paganos, prisciliano, arrianos), pero su idea era tener todos los resortes politicos para asegurar el futuro reinado de Alfonso II. Pero quien reinaba desde hacía dos años era Mauregato, y este era proclive a las tesis de Elipando, como alguien dijo,  de casta le venía al galgo, dado que su madre era mora, sí es así, cabe la pregunta ¿Qué hacia el monje  Beato y el obispo Eterio guardianes de la ortodoxia católica romana en la corte de Mauregato?  Cuando en realidad este no veía con malos ojos los tratos con los muslimes.

Me caben más dudas ¿Se sabía en la corte de Mauregato, cuando están a punto de llegar Beato y Eterio a Santianes de Pravia, de la carta respuesta que había enviado Elipando? De hecho sí lo sabían se puede elucubrar que la llegada de los lebaniegos ¿podría ser para pedirles cuentas a e por ese primer escrito contra el que se rebelan contra Elipando? Como te digo cabe pensar que  el O Dei Verbum, fueras una manera de congraciarse con el rey Mauregato, si es que dicho autor fue Beato de Liébana.

En fin, como ves más preguntas que respuestas, y como pudiste comprobar el libro lo tengo con muchas marcas, tanto  para afirmar exposiciones que cero acertadas, como para abrir debates, a lo cual quedas invitado a entablar de cara aclarar algunos textos y contextos.

Pues el libro suscita muchas reflexiones  por cuyo motivo no me queda nada más que felicitarte aunque si a este complejo texto le quitas parte del gran guirigay repertorio patrológico y conjuntas aquellas partes dedicadas a Asturias, a buen seguro que hubiera quedado un libro redondo y muy factible y un buen manual de historia de Asturias, que falta hace.

Y para cerrar, desde Villaviciosa  te saluda y felicita un natural y deudor de los viejos predios  paternos: desde los parajes vaqueiros de Baldornón, con Adela, mi bisabuela que dio santo y seña como moliñera fijando tal alias a la saga, cerrando mi identidad nacional con el deber de defensa de los ancestros maternos que desde el profundo mundo árabe se vinieron a la cristiana spania, la cual recorrieron de punta a rabo hasta recalar en profundos valles astur-cántabros  como Guerra, o como at-tala'i" (Atalaya), donde se juntaron con los Cosío cántabros... 

Eso también es Asturias, aunque  llevemos montera picona, tambien debajo llevo un kufi que un lejano día me dieron los viejos sabios de una aldea...por aquello mantener serena la cabeza.

¡Carpe Diem minimum credula!

Victor Guerra