domingo, 24 de marzo de 2024

Novela sobre el Reino de las Asturias al alirón de un peregrino y un historiador...

 

 

Hace unas semanas me llegó la información sobre un nuevo libro de enrevesado título: El  Camino de las Estrellas. Un homenaje al Reino de las Asturias, el cual han escrito a dúo, los autores: Alfonso Diego Miguel, que se presenta de este modo: «hospitalero, peregrino y estudioso de los diferentes trazados jacobeos. De él partió la idea de publicar este libro a raíz de la investigación de documentos. Desde 1993 ha puesto en valor ‘El Camino Olvidado’ y es autor de sus otros nombres: ‘Viejo Camino’ y ‘Ruta de la montaña’, por lo que ha recibido el título de Gran Maestre por parte de las asociaciones vinculadas a esta ruta. Actualmente es coordinador en la Asociación de Amigos del Camino de Santiago de Bizkaia para ‘El Camino Olvidado’. También es conferenciante en congresos sobre el Camino de Santiago».

El otro coautor es Antonio Hernández González. «licenciado en Geografía e Historia, especialidad de Historia Medieval. Empezó su carrera docente en Oviedo, en el Instituto Alfonso II. De ahí su entusiasmo y conocimiento de la materia, que ha plasmado en el libro. En 1992 hizo su primer Camino, en solitario. Desde entonces ha recorrido los caminos del Norte, Mozárabe desde Sevilla, Portugués, Inglés, etc. Tiene cinco compostelanas. Ha trabajado en León, Navarra y La Rioja como hospitalero y pertenece a la Asociación de Hospitaleros Voluntarios del Camino de Santiago».

En el libro las biografías se muestran mucho más extensas y prolijas.

El producto que han puesto a la venta es un libro grande: 17x24 cm., que encierra un contenido novelado, que luego analizaré, y lo ponen en circulación en un continente de 448 hojas. Digamos que son parte de la moda, pues estamos ante la nueva ola de novelas o publicaciones en general relacionadas con el Camino o Caminos de Santiago, y que en este caso lleva adelante la Editorial Spica de Valladolid, y cuyo precio de VP es de 24 E.

Desde luego no es una novela para llevarse a la cama, dado su tamaño y peso, pero al final lo que importa es el contenido que, el cual se puede incluir dentro de las novelas históricas tan al uso y que el grupo de Libros del y para el Camino de Facebook reseñamos.

La novela pues lo clásico en esto de los contextos históricos, se permiten las debidas licencias históricas, literarias, que en este caso son varias y variadas y algunas de bulto mayúsculo, al menos para los lectores.

En la Introducción, ya indican los autores que «no tienen datos concretos sobre el inicio del culto a Santiago, pero sí del itinerario seguido por los primeros peregrinos».

Ante tal afirmación, digamos que la primera en la frente, primero porque digamos, que no hay ponencias, libros, ensayos sobre ese nacimiento y su desarrollo del fenómeno jacobeo desde los libros de Monseñor Guerra, pasando por trabajos más recientes como los de Pablo Martín Prieto, o el de Manuel Garrido Francisco Singul: El Camino que vence al tiempo. La Peregrinación a Compostela. Por decir algunos.

 En todo caso a mí me interesaba  la segunda cuestión a cerca de los itinerarios de los primeros peregrinos, que me parece más dificil, sobre todo por la pobreza documental una vez nos salimos de los caminos trillados, Lo cierto que cuando uno lee texto no sabe si estos autores están hablando de los trazados de los “primitivos caminos” aquellos bautizados como salvadoreños, puesto que las advocaciones de los monasterios y sus correspondientes albergues estaban  bajo la figura de San Salvador, los cuales tuvieron auge entre el siglo VIII y IX.

Luego vino la colonización de dichos trazados por el fenómeno jacobeo, que, según los autores, ese fue el primer camino jacobeo, deben referirse al del Norte, que según ellos, los «reyes desviaron el Original [camino]de Iaakob que seguía desde Aquisgrán a Compostela, y que unió a dos reyes a Alfonso II y a Carlomagno».

Es de suponer que lo que hicieron esos reyes (aragonés, navarros y castellanos) fue el llevarse la peregrinatio al territorio neutro que se estableció tanto por ellos como por la orquestación de los monjes negros Cluny, desarrollando así el llamado Camino Francés. Así entiendo lo expuesto.

El texto nos deja con una paradoja, pues dicho autores, peregrino uno y licenciado otro, hacen desaparecer de un plumazo una serie de peregrinaciones antiguas, las salvadoreñas, que llegaron a contar solo en Asturias, entre los años 793 y el 1090, unos doscientos establecimientos, y en ese tiempo todavía estaban fabricando la famosa barca de piedra que le traería a Spania, a Santiago , unos  tiempos en que ya Oviedo era la casa del Señor: El Salvador


Por tanto, incluir el factor jacobeo en los viajes entre Oviedo y Aquisgrán es mucha licencia literaria e histórica porque lo que protagonizó esos viajes fue la polémica adopcionista, que fue la imbricó a los reinos y a sus dos grandes pensadores monjiles: Alcuino de York y a Beato de Liébana.

Luego años más tarde sí que vendría el fenómeno jacobeo, colonizando otras peregrinaciones y otros trazados, pero en Asturias eso fue mucho más tarde, porque lo que primaba era el Camino Francés.

Por tanto, para los no entendidos en estas cuestiones dejo estas disquisiciones, para evitar algunos malentendidos y la construcción de tópicos tan típicos entre la grey peregrina.

En ese mismo capítulo, los autores pergeñan un trazado un tanto a vuela pluma, al decir que los peregrinos iban desde «…Brañosera a Santo Toribio de Liébana, donde adoraban las Santa Reliquias y el Lignun Crucis y seguían por Espinama, Valdeón y Cangas de Onís», lo cual dicen sacar del libro Noticias del Noble y Real Valle del Mena. Provincia de Cantabria, (1892) Cuyo autor es anónimo, con notas y demás..., salidas de la pluma de Don Julián de San Pelayo, pero consultado el libro en este no se cita ese pretendido itinerario por Valdeón a Cangas de Onís, luego hablaré de ese recorrido el cual parecen desconocer los autores, dado lo que describen.

En el capítulo 1 del libro, indican un tema que se debe tener en cuenta, y es que citan las fechas por  de Eras, o sea la Era Hispánica, por lo cual para saber las fechas exactas hay que restarle a las famosas Eras que consignan en el libro, unos 38 años, lo cual, dado el baile de años para lo eventos, hace que tengamos, si somos algo escrupulosos o puntillosos  con la calculadora en mano para confirmar, o ajustar fechas.

Por ejemplo, en la página 17 en un testamento que deja una tal Doña Eldoara,  (la cual murió en el año 833) dice que deja en un testamento, que se redacta en el 863?  unas propiedades a la iglesia de Santa María para que sirvan para dar cobijo y sustento a los peregrinos que van Compostela a visitar la tumba de Sancti Jacobi, y es curiosa esta temática pues lo hace tan solo 3 años más tarde del supuesto descubrimiento que sería en el 830?. La realidad estas mudanzas peregrinas empiezan muy adelantado el siglo IX , y no serán un hecho hasta el siglo XI y XII. En fin, son estos desfases bastante comunes en el libro.

Por otro lado, otra licencia es cuando se hace viajar al Rey Alfonso II al Campus Stellae en la Era de 856- o sea en el 818, cuando en realidad los acercamientos al tema del descubrimiento del sepulcro fue entre el 820-830, y por ejemplo en el libro de la Cronología Jacobea se da como probable fecha de esa visita en  834.

Los novelistas hacen participar a rey asturiano (Alfonso II), que habrá que ver si de verdad fue a Iria Flavia dada su edad, ya que este muere en el 842 a edad avanzada, además de que ninguna crónica se hace eco de ese “Cucurrimus” lo que no quita que bien pudieron ser los Comes Palati los que representaran al rey, ya que además Gallaecia no solo estaba lejos, sino que era una tierra un tanto levantisca con la corte asturiana, y pasear por sus tierras en esos momentos no parecía lo más adecuado dado que en el la década entre 770 y 780 se había dado la batalla de Montecubierto, que recogen las crónicas Rotense y la Sebastianense habla de ello, pero hubo tras de las cuales desconocemos los detalles.

 Por otra parte, el proyecto de Alfonso II era desarrollar su capital y que esta fuera el centro devocional de sus “imperio” con la famosa cripta y luego catedral de San Salvador en Oviedo, y debiera de estar como no, lo que hubiera en Iria Flavia, y más cuando toda su estirpe desde Fruela habían matado para hacerse con reliquias de santos y mártires dada la simbiosis que se dio entre monarquía y religión y no iba ahora a dejar, allá en las quimbambas, una supuesta tumba de un apóstol, ….

Tal vez la firma del famoso protocolo de las leguas de respeto de Iria Flavia, responda a esa intención de los astures de querer llevarse lo que en Iria hubiera aparecido, que por cierto en la página 33 los autores indican que el sepulcro apareció en el 813. Lo ultimo publicado por la Cronología Jacobea de Manuel F. Rodríguez, libro de la Xunta, sitúa tal hecho, por aquello de no pillarse los dedos entre el 819y 834.

Estos bailes de fechas se dejan ver en varias páginas, por ejemplo, en la página 53 cuando se dice que Beato estaba en la corte de Alfonso II, es posible, pero Beato vive en Liébana a 6 jornadas de Oviedo,, y cuando Alfonso II se corona en el 791,  las fechas más extremas de la muerte de Beato la sitúan en el  798, o sea que fallece muy viejo, por tanto, es raro que en las postrimerías de su muerte anduviera por la corte de Alfonso II como asesor, aunque este tipo de traslaciones son muy típicas entre los novelistas, alguno de ellos sitúa a Beato en Valdediós que no había de aquella ni monasterio, y media entre Aurelio y Ramiro en la carrera por la corona de Fruela, y hace de confesor de Adosinda.

En la página 69 se nos plantea una embajada que va al país de los Francos, no dice el año, puesto que hubo tres viajes de los que tengamos conocimiento, es más hace decir a Beato el itinerario para ir a Aquisgrán, aunque no sabemos muy bien donde saca dicha información el monje, máxime cuando Beato, sí se trataba de la 1ª embajada a Aquisgrán en el 795 le quedan tres años de vida.

Las susodichas licencias históricas llevan a decir a Adolfo y Antonio en la pág. 72, que Alfonso II dio a la embajada credenciales, al igual que Beato, y surge la pregunta ¿Qué credenciales podría dar Beato, monje ó posible abad de Turieno, ? Cuando  en realidad ya en la segunda embajada es Basilisco el teólogo de Alfonso II,  personaje que en la novela este juega el papel de yerno del protagonista del tal Fruela que estuvo presente en las embajadas ante la corte de Carlomagno, pero que no tiene mucha más transcendencia.  En fín

Luego en la pág. 122 se habla de un viaje de Alfonso II a Tolosa (Toulouse), que se sepa dicho rey nunca viajó a tierras francas y aclarar que tampoco Nepociano se levanta contra Alfonso II sino contra Ramiro I a la muerte del primero.

En la página 161 se escribe que llega la noticia de la aparición de la tumba en la Era del 850, en julio, o sea en el 812, la fecha la retrasan un año con relación a lo dicho en la pág. 13 de la novela, todo un tanto desfasado como ya dije, cuando las fechas que fijan para ese descubrimiento, que se sitúa entre los años 820 y 830.

Las licencias históricas les lleva a los autores a la realización de un viaje a Santiago por parte de Bertha hija de Carlomagno y Luis El Piadoso a Santiago, que no existió.

En el libro me han interesado los capítulos dedicados a ese supuesto Viaje de los francos a Santiago cuya descripción arranca en el capítulo XVI del libro, página 293: El Viaje por el territorio franco, se trata más bien de un relato literario más que una guía de viaje, pues en general queda supeditada a los nombres de la etapa, y poco más,  y a los diferentes cruces de los ríos, que no sabemos cómo los cruzaban, pues apenas hay detalles significativos de esos lugares, del patrimonio religioso o civil, las posibles personalidades de cada lugar etc.

Pero lo dicho, mi interés estaba en el viaje el viaje por estas tierras de Asturias, lo cual relatan en el capítulo XVIII de Tudela a Santo Toribio, que sigue la misma tónica que el relato anterior, pues en la bajada hacia Potes, pasan por delante de varios cenobios importantes como el de Piasca, pero que ni siquiera es nombrado, al igual que lo hacen con la zona de La Pernía y san Salvador de Vañes o San Salvador de Cantamuda, o el resto de los lugares del Valle de Valdeprado o de Liébana.

Hablan de la aldea de Potes, que debía ser algo más que eso, dada la cantidad de monasterio sitos  en la zona: Lebeña, Aguas Cálidas, Osina, Piasca, etc. y dicen los autores que bajan al 1monasterio de Santo Toribio» cuando en esa época  dicho cenobio era conocido como San Martín de Turieno, precisamente en memoria del santo carolingio.

El cambio de nombre se produce en 1125 manteniendo ambos nombres, y solo será Santo Toribio de Liébana en 1181. Por tanto sería incomprensible que el nuevo abad del monasterio, un tal  Rigoberto, que no aparece en el abadogio del monasterio lebaniego pudiera informar a Fruela  del cambio de nombre del monasterio lebaniego, pues faltaba muchos años aún para ello sucediera.

Las interpolaciones de estos dos autores de la novela llegan a tal punto, que en lo referido a la peregrinación de la hija de Carlomagno y Luis el Piadoso, esta resulta  bendecida en Acheen por  Benito de Aniane, reformado benedictino, el cual falleció en el 821, y si tenemos en cuenta que el sepulcro apareció en 820-830 y dicho viaje que no existió pero echando cuentas y cábalas según  lo expuesto podemos adivinar que debieron situarlo dichos fabuladores entre el 819 o el 820, o sea antes aparecer el sepulcro o en ese mismo tiempo.

Como ustedes queridos lectores pueden ver algo no encaja en casi toda la novela.

  Pero sigamos el viaje desde San Martín de Turieno lo llevan los autores hacia Fuente Dé, curioso que no sea a Espinama, que era al menos una aldea importante en ese momento, y dice que lo hacen valle arriba siguiendo el río Deva, no dan más señas, luego de Fuente Dé, hacen que la comitiva suba valle arriba para hacerlos pasar al valle de Valdeón, llegando de esta manera a Caldevilla, y de ahí a Oseja.

Subir en aquellos tiempos a los altos de Valcabao y Remoña con una cohorte tan numerosa en caballo y se supone que con carros, aunque no sabemos en qué época cruzaron, decir que tal paso para bajar a Caldevilla y luego a Oseja de Sajambre, para plantar a los buenos francos en Cangas de Onís, o sea  unos 44 kilometros,  imposible para carretones al menos para bajar a Cangas,  para los caballos son distancias muy largas y más sin con carga y viniendo de lejos. Y nos quedamos con las ganas de saber por dónde pasaron de Caldevilla a Oseja y de aquí a Cangas de Onís.

En fín, mucha literatura y poca información, por no decir que ninguna. Pues Cangas de Onís era o había sido la capital de la corte asturiana y algo habría que ver... por ejemplo la capilla de Santa Cruz… la iglesia y monasterio Velania…, etc. o a la Cueva Domina (Covadonga)

Ya puestos en Oviedo que irían es de imaginar por el Camino de los Francos, pero salvo citar que se habían quedado en Infiesto, no hay más datos, los citados autores de la novela hacen visitar a la comitiva de los francos, ya en Oviedo, tanto  a Bertha como a Luis el Piadoso la basílica de San Salvador, la cual  fue verosímilmente consagrada el 13 de octubre de 821 o sea que debieron encontrarse con visitantes francos con los cimientos

Luego los escritores, ya en Oviedo ponen al mando de la comitiva a Fruela y a Alfonso II y los hacen desfilar por el lo que supone fue más tarde (siglo XXI) llamado Camino Primitivo que fue un invento del investigador de Ricardo Polín en una reunión de asociaciones jacobeas entre Asturias y Galicia.

De ese viaje solo conocemos los lugares de destino, etapa por etapa: Grao, Salas, Tineo, Borres, Berducedo, haciéndoles subir por la variante de Hospitales, no lo dicen claramente, pero se supone, y dejando de lado el Camino Real de Galicia, además de que cuyo periplo caminero iba por las tierras de Mirallo y Celón hacia Pola de Allande, hasta que el rey Alfonso IX cambió el itinerario para que obligatoriamente los peregrinos pasaran por Obona.

La historia se vuelve un tanto rocambolesca, porque ese viaje con los francos de acompañantes rumbo a Iria Flavia, lo convierten en el viaje de Alfonso II a Gallaecia, en el famoso “cucurimus….

En fín esto es lo que trae consigo un atenta lectura, cuyo título y divulgación de la obra aventuraba, o al menos así lo creí yo, una pormenorizada guia de viaje, o una historia novelada bien construid sobre fechas y demás, pero se ha quedado en una novela más o menos interesante, de pocas certezas históricas y muy cosida por los pelos históricos, pese a los currículos de los autores presagiaba otra cosa, pero creo que a veces escribir a dos manos, traen esas consecuencias.

Por lo demás, si uno no repara en esos detalles, pues como dice el refrán quien repara en pelos no come gochu, pues la novela de digiere bien y es entretenida ahora que está tan de moda la cuestión histórica en la novelística donde se pueden retorcer de todo.

Suerte a los autores con su novela

Victor Guerra